04 diciembre 2012

¿Cuánto dura el amor? Las respuestas de la ciencia.



Hoy llamó mi atención un artículo publicado en el New York Times acerca de la perdurabilidad del amor. El texto recoge la evidencia científica disponible sobre la conducta humana dentro de las relaciones románticas. Naturalmente, no es necesario ser científico para darse cuenta de que son frecuentes las rupturas amorosas, los divorcios y los finales infelices de las aventuras. Pero ¿por qué sucede esto? ¿Se puede explicar desde una perspectiva biológica la tendencia de las relaciones humanas de pareja a diluirse en el tiempo? ¿Es posible cambiar los rasgos que hemos heredado de la evolución para prolongar la chispa que hace emocionantes a nuestras relaciones?


Estudios realizados en Estados Unidos y Europa, señalan que la fogosidad propia de las nuevas relaciones, en el mejor de los casos dura alrededor de dos años. Luego de ese tiempo el encanto empieza a desvanecerse, y esto explica que sea precisamente esa la época durante la cual se suscitan más divorcios (las personas tienden a pensar que el debilitamiento de la pasión equivale a incomprensión e incompatibilidad). La ilusión, al parecer, puede regresar luego de varios años, cuando los hijos han abandonado el nido y la pareja tiene la oportunidad de vivir una segunda luna de miel.

La razón detrás de la corta duración de la pasión romántica, es la tendencia humana a acostumbrarse rápidamente al placer. Cualquier éxito alcanzado o satisfacción sentida por el efecto de un suceso positivo en nuestra vida, está destinada a disiparse. A su vez, la razón detrás de la razón es una cuestion evolutiva: encontrarse indefinidamente en éxtasis por efecto del amor nos volvería incapaces de enfrentarnos a nuestras tareas diarias y de resolver los problemas que la supervivencia nos exige superar. A esto se suma otra cuestión relacionada con la genética: la tendencia humana (mamífera) a escoger diferentes y variados compañeros sexuales evita la endogamia y el incesto, propiciando una diversidad genética deseable.

Entonces, ¿es imposible mantener una relación de pareja durante muchos años sin caer en el aburrimiento y la monotonía? ¿Es impensable la monogamia? ¿Estamos destinados al adulterio? ¿Es el poliamor la única respuesta? Definitivamente, la prolongación de una relación de pareja requerirá mucha creatividad. Es necesario realizar continuamente el ejercicio mental y afectivo de valorar al otro. Habrá sido necesario ser reflexivo y pensante para lograr escoger una pareja cuyas características permitan el progreso de la relación más allá de las ilusiones iniciales. Es decir, habremos debido escoger al compañero no sólo por las emociones que despertaba en nosotros sino por su aptitud para la convivencia, sus características de complementariedad y la compatibilidad de su pensamiento con los aspectos fundamentales de nuestra cosmovisión.

Y durante la vida cotidiana de pareja, tendremos que hacer el esfuerzo de planificar actividades especiales para hacerlas juntos, renovar continuamente el entusiasmo y reinventar las sorpresas. En otras palabras, para mantener una relación larga y gratificante -si esto es lo que se quiere-, hay que actuar con inteligencia. Es posible que esto tenga algo qué ver con los estudios que han indicado que los hombres fieles son en general más inteligentes que los infieles.

Es complejo, pero no imposible, que el amor dure para toda la vida.