26 enero 2009

Prozac, Soma y Platón

fluoxetina Un Mundo Feliz, de Aldous Huxley , describe la sociedad del futuro, en la que la pobreza y la guerra se han erradicado, para dar  paso a un sistema perfecto. Sin embargo, esta "felicidad" se ha conseguido gracias a prácticas sistemáticas, como el prematuro entrenamiento sexual de los niños, que consigue eliminar toda posibilidad de apego afectivo entre las personas, reduciendo las relaciones hombre-mujer a desenfadados encuentros casuales. Así mismo, la sociedad está dividida en castas inalterables, cada una de las cuales cumple una función específica de la que no puede renegar.  Todo indicio de infelicidad se contrarresta administrando una pastilla que el Estado se encarga de distribuir entre los ciudadanos: el soma .
 
En la novela de Huxley, un gramo de soma puede curar hasta 10 sentimientos melancólicos, llevando al consumidor a un viaje, unas "vacaciones" de soma, que le sirven para evadir la realidad y encontrarse mejor anímicamente. Se ha dicho que el soma de nuestro tiempo es el psicofármaco comercialemente conocido como Prozac, compuesto de fluoxetina, que apareció en los años 80 como el tratamiento más innovador para el trastorno depresivo mayor y sigue siendo hoy, uno de los medicamentos más utilizados por los psiquiatras. La eficacia de la llamada "pastilla de la felicidad", no obstante, no ha estado libre de cuestionamientos, ya que no existen estudios concluyentes sobre la relación entre los niveles de serotonina y las depresiones clínicas, relación en la que está basada, justamente, la acción curativa del Prozac.
 
Platon Aristote En " Más Platón y Menos Prozac ", Lou Marinoff critica profundamente la labor de psicólogos y psiquiatras, que a decir suyo se concentran en el análisis de la infancia, en ahondar en las emociones del paciente y sus pautas de comportamiento y en la prescripción de fármacos.  Según Marinoff, cuando no se trata de enfermedades mentales de origen fisiológico, lo que el individuo realmente necesita es "un diálogo, no un diagnóstico"; es decir, herramientas que le permitan abordar sus problemas desde una óptica filosófica y, valiéndose del pensamiento de los grandes pensadores y escuelas filosóficas de la historia, generar un pensamiento propio, pragmático; un conocimiento aplicado que dé como resultado un mayor bienestar vital.  Para esto, no es necesario ser docto en filosofía ni mucho menos, tal como no es necesario, en palabras del autor, ser biofísico para disfrutar de un paseo o ser ingeniero para levantar una tienda de campaña.
 
Es evidente que el libro de Marinoff tiene entre sus objetivos darle publicidad al "método" propuesto -llamado PEACE- y a los servicios que él y sus colegas ofrecen.  También es necesario subrayar que no se trata de una guía para aprender filosofía, ya que muchas corrientes de pensamiento, como la alemana, están prácticamente ausentes. Sin embargo, más allá de las proyecciones publicitarias, que en cualquier caso no son negativas per se, debo confesar que la obra me abrió los ojos, por ejemplo, a las propuestas de la filosofía oriental, que nunca había considerado como mapa para guiar mi camino hacia la coherencia. Al fin y al cabo, pienso frecuentemente, la lucha filosófica de cada persona, es la lucha por alcanzar una conexión razonable entre lo que se piensa, lo que se resuelve, y lo que se vive.