El sábado 19 de abril, en Quito, el festival gótico "Ultratumba" terminó en tragedia: en medio del espectáculo el fuego de una bengala consumió en cuestión de segundos las oscuras telas y colchones que cubrían el techo; las llamas se propagaron velozmente por todo el local, cuyas paredes de aluminio propiciaron que se transformara en un horno de atroces proporciones. Con las puertas de emergencia selladas y una concurrencia de alrededor de trescientas personas, escapar fue imposible para muchos. Quince personas, entre jóvenes aficionados a la música y miembros de las bandas participantes perecieron en el siniestro y alrededor de treinta fueron llevados a clínicas y hospitales en estado crítico.
El terrible episodio marcará en la escena rock ecuatoriana una dolorosa huella que jamás deberá abandonar la memoria de quienes vivimos diariamente la música. Más allá de las fronteras que a veces marcan los géneros y los rasgos de las distintas culturas urbanas, las manos deben unirse con fuerza y responsabilidad para que algo como esto no vuelva a ocurrir nunca.