24 marzo 2014

Derrida: universidad, resistencia y fe en las humanidades


En la conferencia "La universidad sin condición", Jacques Derrida hace un llamado a las universidades para que asuman una postura de resistencia crítica frente a "todos los poderes de apropiación dogmática e injusta", fundamentada en su derecho a la deconstrucción , es decir, el derecho incondicional a formular preguntas críticas y a expresarlas públicamente.

Derrida propone un programa de replanteamiento de los objetivos de las facultades de Derecho y de Humanidades, como entidades situadas en el contexto de la mundialización (o globalización) y de lo que se ha llamado "el fin del trabajo", es decir, el fenómeno que resulta de la progresiva implementación de la tecnología en la realización de las tareas que hasta ahora han permitido la existencia de la mano de obra. Derrida advierte que las sociedades se enfrentan a este inminente riesgo que seguramente dará lugar a la supervivencia de la élite de los profesionales que manejan y administran el conocimiento -profesores, ingenieros informáticos, empresarios- y el consiguiente desplazamiento y marginación de los trabajadores dedicados a "oficios", que perderán sus empleos y salarios. Este trágico escenario futuro emerge de un contexto capitalista que llama al cuestionamiento de conceptos generalmente aceptados, como la hora de trabajo, el obrero, el profesional, el profesor, el trabajador.

El programa de Derrida se centra en torno a la tarea de las facultades de Humanidades -dentro de las cuales, él considera, deben ubicarse las de Derecho- de deconstruir su propia historia y sus propios axiomas. Como consecuencia de ello, las universidades pueden oponerse a los poderes, sean estatales, económicos, mediáticos, religiosos, culturales, etc.

En el fondo del discurso de Derrida se encuentra lo que él llama "profesión de fe" en el conocimiento, en las humanidades. Profesión entendida como un compromiso, una aceptación de responsabilidad ético-pólítica, un acto performativo que produce eventos con potencial emancipador. Para hacer frente a los desalentadores escenarios que proyectan la digitalización y la globalización, se propone que las Humanidades del mañana sigan siete ejes temáticos y programáticos:
  1. Las nuevas humanidades deben ocuparse de problematizar la historia del "hombre" en contraste con las nociones de "humano" o "animal", particularmente interrogando la producción de las nociones de "derechos humanos" y "crímenes de lesa humanidad" que son de reciente aparición.
  2. Las nuevas humanidades deben estudiar la historia de la democracia y de la idea de soberanía en relación con el concepto de "ciudadano" como entidad que supuestamente autónoma, libre, responsable, capaz de decidir. Este enfoque debe incluir el estudio de las relaciones entre lo que llamamos "hombre" y "mujer".
  3. Otra área de estudio debe ser la historia de "profesar" y de la "profesión" en relación con el trabajo en el mundo globalizado.
  4. La historia de la literatura y la interrogación de sus cánones, y también de la idea de una institución llamada literatura y de los conceptos de "autor", "firma", "lengua nacional" y otros relacionados con la democracia y la soberanía.
  5. La historia de las "profesiones de fe", es decir del ejercicio competente del conocimiento en el que la persona confía, pero también de cómo la profesión da lugar a la producción de obras concretas.
  6. La historia de los "como si", es decir la distancia entre lo performativo y lo afirmativo -entre lo que se piensa y lo que existe; entre lo que se crea y lo que está en el mundo; entre lo que se opina y lo que se reafirma; entre lo que se piensa y lo que ocurre-, esto es, lo que se dice "como si" fuera cierto.
  7. Finalmente, el punto de llegada es un cuestionamiento y un giro en torno a la autoridad misma de la universidad y las humanidades. Una irrupción que incide sobre todo contexto que pueda ser dominado por la convencionalidad. En este sentido cambia la topografía misma de la universidad: ya no se reduce a sus muros, al campus, al profesor; invade y atraviesa todas las instituciones sociales.
La resistencia al capitalismo y la globalización, entonces, tiene lugar en la universidad a través de la reapropiación de los conceptos de las humanidades. Esta es una tarea, dice Derrida, que no se puede posponer. Y concluye: "tómense su tiempo pero dénse prisa en hacerlo porque no saben ustedes lo que les espera".