15 septiembre 2008

Paradojas y omnipotencia

Atlas ¿Puede un ser omnipotente crear una piedra tan pesada que aun ese ser no pueda levantarla?

Si no puede levantar la piedra, quiere decir que dejó de ser omnipotente, y si no puede crear esa piedra, resulta que no habría sido, en principio, omnipotente. ¿Es esta una contradicción lógica que puede servir de base para que rechacemos cualquier tipo de creencia en un ser omnipotente, o es por el contrario la prueba de que la naturaleza de lo omnipotente es algo que no podemos llegar a comprender? ¿Nos queda demasiado chico el lenguaje como para describir y explicar algo tan absoluto como la omnipotencia? ¿De ser así, es realmente importante la discusión sobre algo cuya esencia nos resulta impenetrable?

Una paradoja es, precisamente, una declaración que lleva implícita su propia contradicción lógica; como cuando se dice:

  • "Esta oración es falsa" (si la oración es falsa, al estar declarando que es falsa, resulta ser verdadera y por lo tanto, nuevamente, falsa).
  • "Yo afeito a quienes no se afeitan a sí mismos, y solamente a éstos" (paradoja del barbero de Russel; si el barbero no afeita a nadie que se afeite a sí mismo, él mismo no puede afeitarse, ya que al hacerlo estaría formando parte de las personas que se afeitan a sí mismas. Si no se afeita él mismo está formando parte de las personas que no se afeitan a sí mismas, y por tanto debería afeitarse).
  • La paradoja del cocodrilo: un cocodrilo, que se dispone a comerse un bebé le dice a la madre "Si respondes correctamente a lo que te voy a preguntar, te lo devolveré ileso. Si no, me lo comeré. La pregunta es: ¿Voy a comerme a tu niño?". La madre responde: "sí, te lo vas a comer". Y el cocodrilo: si te lo devuelvo, habrías respondido erróneamente, así que me lo comeré. Y ella finalmente: "pero si te lo comes, yo habría respondido correctamente, así que tienes que devolvérmelo". El cocodrilo quedó tan confundido que dejó escapar al niño.

¿No está la realidad, y particularmente, nuestros razonamientos, plagados de paradojas, de círculos infinitos que dan vuelta sobre sí mismos sin encontrar solución? ¿Será, como decían en alguno de sus recitales los famosos Les Luthiers, que estamos razonando fuera del recipiente? Los juegos paradójicos pueden entretenernos un rato e incluso hacernos gracia, pero también es interesante ponerse a pensar en su trascendencia más profunda, ya que cotidianamente tendemos a pensar que la realidad es, por ley absoluta, lógica. ¿O no?

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