22 julio 2008

Votar honestamente, votar solidariamente

Para bien o para mal el gobierno de turno ha empleado una inteligente campaña publicitaria para impulsar sus planes y actividades y no podemos negar que directa e indirectamente difunde un mensaje de apoyo a lo realizado por la Asamblea Constituyente.

Por otra parte, dentro y fuera de la Web me he encontrado con varias tomas de posición que antagonizan abierta y visceralmente con el proyecto de Carta Magna. A veces con argumentos, otras veces sin ellos. Idea: la construcción de una verdadera democracia , es decir, participativa, está principalmente en manos de los ciudadanos. Acudir a las urnas sin estar bien enterados del contenido de lo que vamos a aprobar es una terrible falta de responsabilidad y evidencia una apática indiferencia por los asuntos trascendentales del país, indiferencia que nos ha merecido la inestabilidad política de la que tanto nos quejamos. Si bien sería deseable que la Asamblea ponga en marcha un plan masivo de difusión del nuevo texto constitucional, por lo pronto, quienes somos lo bastante privilegiados como para tener acceso al Internet, ya podemos descargar el archivo pdf con los 144 artículos aprobados hasta ahora en la página oficial de la Asamblea.

Hago hincapié en la necesidad de tomarnos el tiempo para analizar el texto, puesto que de manera informal se escuchan toda clase de rumores sobre el contenido del proyecto, ante una encuesta que revela que el 90% de los ecuatorianos no han tenido un acercamiento al mismo. Es importante entender que no estamos aprobando un plan de gobierno o siquiera una ley ordinaria; una Constitución representa el contrato social entre los miembros de una comunidad, quienes deciden someterse a un régimen de Derecho, bajo unas políticas estatales específicas y respetando unos derechos fundamentales esenciales.

La decisión de votar por el "sí" o por el "no", debe estar fundamentada en la coherencia ideológica y política entre nuestras creencias y los principios consagrados en la Constitución. No podemos basar nuestra participación democrática en la simpatía o antipatía que nos provoque el Presidente Correa, o en eventos coyunturales como la incautación de bienes de banqueros o la subida del precio de los productos. En otras palabras, no se trata de votar emocionalmente, sino con un razonamiento político previo. Esto es un imperativo para quienes formamos parte de una élite que ha tenido la oportunidad de educarse y acceder a tanta información. Y es nuestro deber ayudar a quienes han tenido menos suerte que nosotros, a entender de qué se trata el proceso que se ha estado llevando a cabo. Sería imperdonable, por ejemplo, que los estudiantes universitarios no se interesen en participar de los procesos democráticos, cuando menos en época de votaciones.

Sin desmerecer la importancia de las circunstancias que vivimos en el día a día, una Constitución debe pensarse, no como instrumento legitimador de un gobierno, sino como expresión del sentir de una nación que tiene un pasado histórico común y que conviene proclamar a ésta, como la Carta Fundamental para la convivencia en la República.

La verdad es que, luego de una lectura relativamente rápida del texto constitucional, no he hallado elementos que evidencien un espíritu de instrumentación partidista, cosa que sí ha ocurrido con constituciones pasadas. Algunos puntos a tomar en cuenta:

  • Se proclama la ética laica del Estado
  • Se prohibe la instalación de bases militares extranjeras en territorio ecuatoriano.
  • Se reconoce a la naturaleza como sujeto de derechos (este punto de vista es tan vanguardista que sorprende).
  • Se prohíben los monopolios de los medios de comunicación (su manejo queda prohibido para operadores del sistema financiero)
  • Se ordena la prevalencia de contenidos educativos y culturales en los medios de comunicación.
  • Se consagra la educación gratuita incluso hasta el tercer nivel universitario.
  • Se crea la Corte Constitucional como última instancia de justicia.
  • Se crea la Asamblea Nacional para reemplazar al Congreso Nacional.
  • La Corte Suprema pasa a ser Corte Nacional de Justicia.
  • Las notarías pasan a ser públicas.
  • Queda prohibida la tercerización laboral.

Es hora de pensar por nosotros mismos, purificados de la manipuladora influencia de los medios de comunicación, conscientes de que un proceso de cambio no se legitima en un gobierno o en un partido político sino en la convicción ciudadana que se identifica con las propuestas de aquellos, y sobre todo, liberados de una vez por todas del egoísmo que nos ata y nos ciega. Es hora de ponerse en el lugar de los que menos tienen, de asumir una responsabilidad real en el área de la educación académica y política, que tan deficiente es entre nosotros. Es hora de ser solidarios, de superar el instinto primario y trascender hacia un trabajo comunitario por un futuro mejor, no para mí, no para mis hijos: para todos.